Los científicos han ideado una novedosa forma de abordar el creciente problema de la contaminación por plásticos: utilizar bacterias para transformar los residuos de plástico en saborizante de vainilla.

Photo by Ishan @seefromthesky on Unsplash
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Los investigadores han descubierto que la bacteria común E. coli puede utilizarse como medio sostenible para convertir el plástico postconsumo en vainillina, según revela un nuevo estudio.

La vainillina es el componente principal de las vainas de vainilla extraídas y es responsable del sabor y el olor característicos de la vainilla.

La transformación podría impulsar la economía circular, cuyo objetivo es eliminar los residuos, mantener los productos y materiales en uso y tener efectos positivos para la biología sintética, dicen los expertos.

La crisis mundial del plástico ha hecho que sea urgente desarrollar nuevos métodos para reciclar el tereftalato de polietileno (PET), un plástico resistente y ligero derivado de materiales no renovables, como el petróleo y el gas, y muy utilizado para envasar alimentos y zumos y agua de tamaño reducido.

Cada año se producen unos 50 millones de toneladas de residuos de PET, lo que provoca un grave impacto económico y medioambiental. El reciclaje del PET es posible, pero los procesos existentes crean productos que siguen contribuyendo a la contaminación por plástico en todo el mundo.

Para hacer frente a este problema, los científicos de la Universidad de Edimburgo utilizaron E. coli de laboratorio para transformar el ácido tereftálico -una molécula derivada del PET- en el compuesto de alto valor vainillina, a través de una serie de reacciones químicas.

El equipo también demostró cómo funciona la técnica convirtiendo una botella de plástico usada en vainillina al añadir la E. coli a los residuos de plástico degradados.

Los investigadores afirman que la vainillina producida sería apta para el consumo humano, pero se necesitan más pruebas experimentales.

La vainillina se utiliza ampliamente en las industrias alimentaria y cosmética, así como en la formulación de herbicidas, antiespumantes y productos de limpieza. La demanda mundial de vainillina superó las 37.000 toneladas en 2018.

Joanna Sadler, primera autora y BBSRC Discovery Fellow de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Edimburgo, dijo: “Este es el primer ejemplo de uso de un sistema biológico para reciclar los residuos de plástico en un valioso producto químico industrial y esto tiene implicaciones muy emocionantes para la economía circular”.

“Los resultados de nuestra investigación tienen importantes implicaciones para el campo de la sostenibilidad del plástico y demuestran el poder de la biología sintética para abordar los desafíos del mundo real”.

El Dr. Stephen Wallace, investigador principal del estudio y becario de futuros líderes del UKRI de la Universidad de Edimburgo, dijo: “Nuestro trabajo desafía la percepción de que el plástico es un residuo problemático y, en cambio, demuestra su uso como un nuevo recurso de carbono del que se pueden obtener productos de alto valor”.

El Dr. Ellis Crawford, editor de publicaciones de la Royal Society of Chemistry, dijo: “Se trata de un uso realmente interesante de la ciencia microbiana a nivel molecular para mejorar la sostenibilidad y trabajar hacia una economía circular. El uso de microbios para convertir los plásticos de desecho, que son perjudiciales para el medio ambiente, en una importante molécula de base y plataforma con amplias aplicaciones en cosmética y alimentación es una hermosa demostración de química verde.”

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