Estudiante Anabel Achkienasi Fernández recibiendo un reconocimiento de manos del rector.

La joven Anabel es estudiante de segundo año de Ingeniería Química y su paso por la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría” ha estado caracterizado por las condiciones atípicas del proceso docente y el llamado desde el corazón para asumir tareas de alto impacto que ha impuesto la pandemia de la COVID-19 en Cuba.

Anabel participó en varias misiones, entre ellas; en el Sistema de Atención a la Familia (SAF) y en el Centro de Aislamiento del Hospital Clínico Quirúrgico Docente Salvador Allende. Sin embargo, confiesa, que la labor como integrante de la Mesa Coordinadora Provincial de ingresos por COVID-19 ha sido en la que su participación fue decisiva.

“Fue muy importante para nosotros estar aquí. Yo he estado en varias tareas de impacto y ésta tiene un lugar especial, es una de las más grande en las que he participado, de hecho, la extraño un poco ya”.

La Mesa Coordinadora de la dirección provincial de Salud Pública de La Habana se constituyó por estudiantes de la Cujae y directivos del sector de la Salud en la capital, para organizar la cada vez más demandante necesidad de ingresos de casos positivos, sospechosos, así como vulnerables, durante el mayor pico epidémico en la ciudad.

La joven, mientras conversa, no puede esconder la emoción y cierto orgullo de pertenecer a ese grupo de estudiantes, que, como Martí, no preguntó de qué lado se vive mejor sino de que lado está el deber. “Soy de las fundadoras, comencé desde enero hasta ahora y sin dudas este trabajo nos convirtió en más humanos de lo que alguien puede llegar a pensar”.

El conocer y atender sistemáticamente muchos casos sociales “nos hizo ver una parte de la sociedad que no conocíamos”. Y al ser estudiantes de ingeniería o de arquitectura no sabemos nada o muy poco de medicina, así que fue para nosotros de mucho aprendizaje diario, continúa Anabel.

“En esos días vivimos en hostil enfrentamiento a la pandemia de COVID-19 tuvimos que enfrentarnos diariamente a organizar una provincia entera, que las personas entendieran la necesidad para organizar mejor el trabajo, eso me aportó mucho como estudiante de ingeniería”.

Anabel fue la seleccionada para hablar, a nombre de los 59 estudiantes que participaron junto a ella en esta misión, en el acto de reconocimiento de las autoridades de La Habana efectuado el 9 de octubre. En su discurso; agradece, reconoce, y valora en alta estima la ayuda y la labor desempeñada por el equipo de médicos y directivos que los atendieron durante esos meses de intenso trabajo.

“Al principio era mucho estrés, nunca nos habíamos enfrentado a algo así tan grande, teléfonos sonando constantemente. A las 3 de la madrugada era que se veía un alivio, a esa hora empezábamos a terminar de dar camas. Era un tiempo de estrés constante. Trabajábamos 24 por 48 horas, en esos dos días en la casa prácticamente los pasaba durmiendo”, reconoce la estudiante.

Sobre lo aprendido en esa tarea asegura que: “nos enseñó muchísimo a valorar el esfuerzo que hacen los médicos, anteriormente ya estamos agradecidas de su labor en la pandemia, pero el conocerlos nos hizo admirarlos y valorarlos más”.

“Es incalculable su labor diaria, las decisiones que tienen que tomar, la tensión cuando no hay suficientes camas, ver esa parte de organizar todo el sistema de Salud provincial fue muy interesante desde nuestra condición de futuros ingenieros, a la hora de tomar decisiones, añade la joven.

Al referirse a su familia, los riesgos que corría, ella nos cuenta que “mi familia siempre me apoyó todo el tiempo, ellos entendían que cuando tenía que estar en el puesto de mando yo ni llamaba a la casa, no tenia tiempo, cuando podía descansar me recostaba al buró, bajaba la cabeza por el cansancio y dormía un poco”.

¿Día de mayor tensión?: “Hubo un momento muy tenso, no fue un día, fue una temporada. Durante el pico de la pandemia las camas no eran suficientes quedaban pendientes afuera (sin ingresar) cifras muy altas de pacientes, cuando estábamos acostumbrados a ver la pizarra en cero, estábamos orgullosos de haber ingresado a todos los casos, pero cuando vimos que ya ¡no podíamos!!! y no era porque no quisiéramos, era muy alta la demanda y no había suficientes camas. Fueron momentos de impotencia”, reconoce Anabel.

“A veces médicos de los municipios no entendían que no había camas, y esos contratiempos los tuvimos y ellos discutían por teléfono con nosotros, algo que fue bien tenso”, continuó.

“Momentos alegres tuvimos muchos; cuando los doctores nos iban a ver se compartía una risa, compartimos también fechas importantes como el día de las Madres, de los Padres, temporada ciclónica. Recuerdo el 4 de abril, día de la juventud se llevó un kakesito y se hizo una pequeña celebración, sin dudas nos desestresaba un poco de la carga emocional que vivíamos diariamente”.

Motivaciones para incorporarte a la tarea: “Ayudar, el hecho de sentir que lo que estaba haciendo ayudaba en algo a enfrentar esta pandemia. Nos hizo muchísimo más humano, nos enseñó a valorar mucho el esfuerzo del personal de Salud”, concluye Anabel.

“Completamente satisfecha, agradecida y de seguro lo volvería hacer”, fue el mensaje final de esta ingeniera química en formación.

 

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