Un amanecer diferente

Paula despierta bien temprano. Vive en uno de los ocho municipios que son parte del Ensayo Clínico Fase III de Soberana 02. Sale de su casa con algo más que las pilas cargadas: su móvil está al 100% de la batería. Llega a uno de los 48 sitios clínicos que existen en la capital. Verifica que la aplicación esté funcionando correctamente y empieza a registrar los datos de quienes forman parte del ensayo.

Rubén sube al taxi que cada mañana lo lleva a la Dirección Provincial de Salud, en 21 y O, en El Vedado. Lleva lo necesario para estar 24 horas allí. Al llegar se cruza con sus compañeros, vienen exhaustos de la jornada anterior. Se saludan alegres, aunque mantienen el debido distanciamiento.

Yoli vive a unas cuadras de la Dirección de Salud de su municipio. Allí está el puesto de mando. Llega cuando el sol apenas aparece. Viene con la mente clara, debe registrar cada uno de los positivos que se identificaron en la jornada anterior y comunicar la necesidad de ingresos en el municipio; se pone al habla con Rubén para conocer en qué hospital existen camas disponibles, gestiona el transporte de los enfermos y, de vez en cuando, debe ofrecer algún que otro dato a las autoridades del municipio quienes lo necesitan para, en base a su información, tomar la decisión más acertada.

Paula y Yoli regresarán esta noche a su casa. Rubén lo hará a la mañana siguiente. En cambio, Ernesto y Alejandra no verán a los suyos hasta unas semanas después: están becados en Centros de Aislamiento, él en el Pediátrico de San Miguel del Padrón (La Balear), y ella en la UCI. Allí el “de pie” también es bien temprano. Desayunan y salen corriendo a limpiar una sala, a repartir medicamentos o a llevarles la comida a los pacientes. Los cinco añoran aquellos días felices en que se despertaban con la única misión de llegar al aula.
Además del riesgo constante que ahora sienten ante un posible contagio, otra cosa tienen en común: todos son estudiantes de la CUJAE.

Parece mentira: pero ha pasado un año

Andres Carvajal. Foto: Roberto Suárez.
Andres Carvajal. Foto: Roberto Suárez.

Hace exactamente doce meses que la dinámica de esta universidad capitalina dio un giro radical. Sus estudiantes y profesores se han sumado a las decenas de miles de personas que, desde disímiles tareas, enfrentan la COVID-19.
Andres Carvajal Elena estudia 4to. año de Ingeniería Industrial y es el presidente de la FEU de la CUJAE. Por su parte, Danhiz Díaz Pereira lleva dos años de graduado, alternando sus tiempos como profesor y secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Con los dos conversó Alma Mater, en diálogo virtual, y a altas horas de la madrugada — único momento de “descanso” de nuestros entrevistados.

“La primera tarea de impacto social a la que nos incorporamos fue en apoyo al Sistema de Atención a la Familia (SAF) — recuerda Danhiz — . Empezamos en Habana del Este y se extendió la convocatoria hasta llegar a 12 municipios de la capital. Después nos vinculamos al trabajo en Centros de Aislamiento que ha sido la tarea que más ha perdurado”.

Para Andres, quien ha constatado la masividad de voluntarios para trabajar en estos centros, supone cierta contradicción e indaga en sus causas: “Es la tarea que más expone al estudiantado y, sin embargo, es en la que más han participado. Allí trabajas directamente con pacientes, muchos en la Zona Roja. Esa contradicción de ofrecerse ante el peligro solo se explica gracias a la experiencia de pasar por allí y ver la utilidad de tu apoyo. Son pocos los que han estado y no han vivido lindas experiencias. De hecho, Alma Mater ha contado algunas de esas historias. Uno se siente útil, y al mismo tiempo se crea una hermandad entre el grupo de voluntarios”.

Ambos coinciden en que el motor de la convocatoria fue el propio humanismo que generaba la atención a personas vulnerables o enfermas. Luego, fueron las experiencias de vida de quienes iniciaron el voluntariado — que las trasladaban al estudiantado o publicaban sus vivencias a través de las redes sociales — las que motivaron al resto a incorporarse de forma natural y espontánea.

Pero no solo en el SAF y en los centros de aislamiento ha estado presente la CUJAE. Estudiantes y claustro se han vinculado a la atención primaria apoyando el funcionamiento de los policlínicos, los puestos de mando en los municipios y el Puesto de Mando Provincial.

“Nos adentramos en las tareas con estructuras creadas en la marcha. El propio distanciamiento nos impuso organizarnos a nivel territorial, aunque después asumimos tareas a nivel provincial. Designamos coordinadores en cada municipio y, con el paso de los meses, la propia función del estudiante fue evolucionando al punto que casi era un factor más. Se articulaban desde ese espacio, en coordinación con la universidad, pero con cierta autonomía. Estábamos así saldando una deuda: la de volcarnos fuera de los límites físicos de nuestra universidad”, cuenta Andres.

Las colas, esas que se multiplican en cada territorio, han sido un escenario en el que la CUJAE ha aportado su granito de arena. En una lucha contra coleros y revendedores, no solo participan en la organización o el escaneo del carnet de identidad, sino que, mediante la aplicación cola.cu — desarrollada en esta universidad — se controla la cantidad de productos que llegan a cada una de las tiendas.

“La CUJAE y el Varona fuimos de los primeros en incorporarnos a esta tarea en agosto de 2020. Empezamos en Marianao y en Playa. Uno de los profesores que era voluntario, con un grupo de estudiantes, desarrolló la aplicación que en breve tiempo logró implementarse. Con el incremento del desabastecimiento en los primeros meses de 2021 nos tocó coordinar cinco municipios, aunque tenemos estudiantes en el resto. Se trata de defender el principio de territorialidad: no importa de qué universidad tú seas, lo importante es que estés allí, en tu municipio de residencia, aportando. El tema de las colas es bien complejo; quienes organizan le dan la cara a la población, y al mismo tiempo tienen que luchar contra la corrupción y las ilegalidades que se dan en no poco lugares”, explica Danhiz.

Gracias al sistema de trabajo creado por el estudiantado se han detectado algunas alarmas relacionadas con deficiencias, se conoce qué municipios se abastecen menos que otros o en qué Consejo Popular hay un producto que hace semanas no llega.

Para Danhiz es una tarea de mucha sensibilidad. “Vivimos en un país con escasez, que está intentando llegar a la gente con todo lo que puede. Un gobierno que intenta que lo poquito que tiene llegue a la mayor cantidad de personas. Cuando tú participas de ese esfuerzo, y combates lo mal hecho, te sientes parte de la solución”.

Con Soberana y en los hospitales

Danhiz Díaz Pereira
Danhiz Díaz Pereira. Foto: Roberto Suárez.

A partir de una convocatoria realizada por el Instituto Finlay y el Consejo de Defensa de La Habana, la CUJAE asumió el manejo de datos en los 48 sitios en los que se desarrolla el Ensayo Clínico Fase III de Soberana 02.

“Es de las últimas tareas en que nos hemos insertado, con más de 200 estudiantes y varios integrantes del claustro. Los sitios clínicos responden a las coordinaciones municipales y estas, a su vez, se comunican constantemente con la estructura provincial. Es una tarea muy dura, con un proceso de informatización muy fuerte. En los primeros días, quienes participaban tenían que estar hasta altas horas de la noche subiendo datos; incluso, hacían una especie de recuperación los fines de semana, verificando la calidad de esos datos. Pero, sin duda, fue una oportunidad. Es uno de los procesos más importantes que nos ha tocado vivir en este último año como sociedad, como país: el logro que significa que tengamos cinco candidatos vacunales, dos de ellos en Fase III y que ya Soberana 02 esté llegándole a la gente”, narra Danhiz, con evidente emoción.

El dirigente juvenil comenta acerca de la humildad tremenda del personal científico, artífice de la vacuna, de la manera en que tratan al estudiantado; y de la forma mancomunada en que trabajan juntos la UCI, el Fajardo, la UH, Ciencias Médicas… “Se ve una relación muy fuerte entre todos, y eso también es formativo, porque sientes que estas aportando en algo tan importante como la vida de la gente, de tu pueblo”.

La CUJAE participa en el Ensayo Clínico de dos maneras: gestiona todo el manejo de datos y asesora a las instituciones que se incorporan a la intervención.

Por su parte, Andres nos cuenta cómo el trabajo se ha extendido al interior de los hospitales. Cujaeños y cujaeñas no se han limitado al apoyo puntual en un pabellón o en una sala, se han insertado, igualmente, en la propia gestión de la institución, participando en la fiscalización de recursos junto a las autoridades del propio centro.

“A partir de que se identificaron en los hospitales determinadas deficiencias, y al quienes participan en el voluntariado parte de la solución de esos problemas, se creó un compromiso entre la universidad y esos hospitales, que ha propiciado la consolidación de proyectos integrales que derivarán en una mayor calidad del sistema de salud pública en la capital”, afirma el dirigente de la FEU.

Las acciones integrales a las que hace mención Andres tuvieron su origen en una reunión que sostuviera en enero el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con estudiantes y parte del profesorado de la CUJAE.
A solicitud del mandatario se concretaron dos proyectos de ingeniería hospitalaria para el Salvador Allende (La Covadonga) y el Pediátrico de San Miguel del Padrón (La Balear).

“A partir de la reunión que tuvimos con el Presidente surgió la idea, y ya llevamos un mes trabajando en eso. Ahora mismo estudiantes nuestros están haciendo sus prácticas docentes o algunas de las asignaturas a distancia vinculadas a ambas instituciones médicas”, explica Danhiz.

“Ante el rebrote más reciente — justo cuando pensamos que por fin retomaríamos el curso escolar — analizamos en qué eslabón del proceso podíamos apoyar y tener mayor impacto. De ahí que estemos participando en las 15 mesas coordinadoras municipales, dándole seguimiento al tránsito del paciente desde su casa hasta los centros de aislamiento, evaluando la disponibilidad general y articulándola con las demandas que surgen en los municipios para lograr que en el menor tiempo posible se logre su hospitalización o aislamiento. Estamos llevando los resultados de los PCR a las personas, porque esa es una de las deficiencias identificadas por la población. Apoyamos la plataforma Mi PCR, desarrollada por la empresa Datys, ingresando los datos que se obtienen de esas muestras. Prácticamente cada vez que entramos a una reunión salimos con tareas nuevas”, dice Andres con satisfacción.

Por su parte, Danhiz enfatiza en otros proyectos vinculados a los saberes profesionales de cujaeñas y cuajeños: “Estudiantes y docentes de esta universidad trabajan con la Empresa Laboratorios Farmacéuticos AICA en la producción de medicamentos; también en la producción de los respiradores pulmonares. El grupo de robótica ha llevado distintas iniciativas a los hogares de niños sin amparo familiar. La facultad de Ingeniería Eléctrica, junto a la Unión Eléctrica, hace un levantamiento de los grandes centros consumidores de electricidad. La Facultad de Civil trabaja con Recursos Hidráulicos. Incluso, en el caso de los trabajadores que no podían mantenerse a distancia, les buscamos tareas que pudieran ser el aval de su labor para que, de alguna manera, se respaldara su salario”.

Danhiz y Andres, en todo momento durante esta breve conversación, manifiestan un orgullo genuino por ser parte de ese gran colectivo de estudiantes y docentes. “Mantenemos la esperanza de poner sumar a muchos más”, agrega Andres.

Por último, Danhiz nos pide que, a la hora de relatar esta historia, no olvidemos a la familia de quienes participan del voluntariado. “Es verdad que han ofrecido su tiempo, y muchas veces sus recursos personales. Han dejado atrás la tranquilidad de sus hogares; pero no podemos olvidarnos de las familias. Padres, madres y abuelos que, sin dejar de sentirse preocupados, les apoyan y les piden todo el tiempo que se cuiden, que se protejan. Si bien es cierto que la pandemia ha limitado el acceso al espacio físico de la CUJAE, nuestra universidad ha crecido, ha extendido sus límites geográficos y hoy la sentimos más abierta que nunca”.

Tomado de Cubadebate.

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